Se trata de un acuerdo que ya en 2005, propició Steve Jobs con su homónimo de Google, ante el intento de éste contratar ingenieros manzaneros: “Si os hacéis con solo uno de ellos, significará la guerra”, desvelan algunos de los correos que se hicieron públicos.

¿Era el afecto que Jobs y sus colegas sentían por sus talentos, –como les gusta denominarlos- lo que les hizo actuar así?

Parece que no. Los pactos entre Apple, Google, Adobe e Intel, perseguían frenar una escalada de sueldos cada vez mayor, consiguiendo en la práctica  imponerles un tope salarial, además de limitar su movilidad profesional: “o trabajas con alguna de nosotras cuatro, o a galeras a remar”.

En 2011, una demanda colectiva de parte de los 64.000 empleados contratados, solicitaba 3.000 millones de dólares para compensar el dinero que dejaron de embolsarse por su trabajo y el menoscabo de su dignidad, aunque esto les importaba menos, (estamos en USA).

Sus patrones (tipos poderosos), aceptaron  que era cierto y les ofrecieron 324 millones de indemnización, que los talentos,  rechazaron. Finalmente la jueza (llamada Lucy Koh, por si alguno aquí se anima a llamarla), la ha subido a 421 millones. Esta historia pone de manifiesto:

  • La práctica de monopolio practicada por esta gente y el sentido de propiedad que ejercen sobre sus Me perteneces, tú, tu talento y tu trabajo (me falta ponerte el sello como a una cabeza de ganado)
  • El miedo a perderlos. Reconozco que no sé cómo involucrarte, enamorarte; ni siquiera retenerte por dinero (porque no quiero pagarte más y por eso pacto con mis compinches). Tácticas mafiosas entre los capos de las principales “familias” de Silicon Valley
  • Great place to work. Lo tira por tierra. Detrás, por debajo y por encima de la imagen de empresas guay, con salas de descanso, futbolines, patatas fritas y cafés gratis, patines, ambientes lúdicos y horarios flexibles, se trata de (permitirme el extremo), lujosos campos de concentración capitalista. Aquí se entra, pero no se sale, a menos que te eche yo.

Si defendemos que el talento es tu individualidad, lo mejor de ti, tu SER… no podemos permitir que nadie se apropie de nosotros, nos manipule y pretenda desgajar sus frutos, como  parte de su propiedad.

El talento necesita para brillar de un lecho de autonomía, una tierra colaborativa y un cielo acogedor. Lo que estos fulleros hacen, es separar al individuo (que no le importa) de su saber. Me recuerda a los nazis en los campos de exterminio cuando seleccionaban a judíos que destacaban en determinadas facetas artísticas, científicas, o profesionales y le obligaban a poner sus talentos a su servicio. ¿Exagerado? Piénsalo.

Y otra cosa, todos disponemos de la libertad individual para decidir si nos plegamos ante estos planteamientos, o nos marchamos con nuestra dignidad y nuestros talentos allá donde podamos ejercerlos con libertad y reconocimiento.

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