¿Qué puedo y quiero hacer yo?

En las entregas anteriores hemos concluido que:

  • La hemos separado claramente de las amenazas y del miedo (aunque podamos sentirnos amenazadas y con miedo).
  • Que nos lleva claramente a la voz de la primera persona y por tanto, nos ayuda en la toma de decisiones desde nuestro propio yo. Es el reto de enfrentar al ser humano consigo mismo y aceptar quien es, que sentido quiere darle a su vida y como quiere vivirla.
  • Y hemos aprendido a comprenderla, acogerla y aceptarla.

Como podrás imaginar no existen recetas para integrarla, convivir con ella y aprovechar su sabiduría, pero es muy bueno hacernos preguntas que nos reten a relacionarnos sabiamente con ella. 

Qué está pasando

Tomar conciencia de lo que ocurre sin enredarme en los datos e informaciones. Observar. Subirme al balcón para mirar desde otra posición. No enredarme en las posibles causas de lo que hoy ocurre, o en encontrar culpables. Mirada profunda.  

Qué pienso de lo que ocurre

Que me digo a mi mismo cuando tomo conciencia de la incertidumbre. Si eres capaz de observar tus pensamientos, serás consciente que no eres lo que piensas, y te ayudará a tomar distancia con tus emociones para que estas no sean las protagonistas.

Como me hace sentir

Es más fácil después de la observación, ponerle nombre a tus sentimientos. Y te propongo que los verbalices, lo digas en voz alta o escribas sobre ello. Si tengo miedo lo acepto y me pregunto que lo causa exactamente y ese solo acto, ya influye para que disminuya.

Que me está enseñando

Oportunidad para aprender. Si trasciendo el territorio y observo el mapa ¿Qué puedo hacer distinto y dejar de hacer? Como vivía antes, de que puedo prescindir, para que necesito determinadas cosas, de quien deseo estar más cerca, a que espero para hacer aquello que siempre he querido probar ¿por qué no comienzo a dar los primeros pasos? 

¿Qué quiero hacer? ¿Por dónde empiezo? ¿Qué y quien puede ayudarme a este propósito? 

Y tras las preguntas, algunas invitaciones:

Vive conscientemente el presente

Calma tu mente y tu espíritu. Se trata de plantearte vivir con atención plena; momento a momento, día a día, encontrando sentido a lo que hago, valorando todo lo bueno que me rodea y sintiéndolo como si fuera la primera vez. Este momento. Aquí y ahora. Lo has escuchado cien veces. Yo también, pero todo cambia cuando comienzas a practicarlo. Porque abrazar esta incertidumbre debe generar la certeza más fuerte de todas: no sé qué va a pasar mañana, pero si se cómo quiero vivir hoy, quien quiero SER, como quiero sentirme y sentir a los demás.

Acepta

Ir en contra o resistirnos es tarea inútil y nos agota; resignarnos nos empobrece y anula. Elijamos tomar conciencia de que yo no tengo poder sobre lo que ocurre, pero si puedo decidir lo que pienso sobre lo que me ocurre y decidir cómo relacionarme con ello. No hay pasividad sino movimiento; mente y emoción orientada a preguntarme que sería lo más sano e inteligente que puedo hacer. Y recordemos, aceptar no es justificar.

Innova. Practica la valentía.

Aceptar el hábitat de la incertidumbre supone un ofrecimiento a mirar alrededor con curiosidad y preguntarme si quiero atreverme a hacer algo diferente, recordando la máxima “es arriesgado no arriesgarse”.  Abandonemos ficticias situaciones de seguridad y experimentemos. Abramos nuestros cinco sentidos dispuestos a aprender en ese mundo incierto. Todo

está permitido, pues para muchos, todo está perdido. Creamos en nosotros, de verdad.

Fabrica tus certezas  

Ya he descubierto lo que es realmente necesario en mi vida y lo que sobra. Ya he mirado dentro de mí. Ahora anota con lo que cuentas: dinero, propiedades tuyas y de tu familia, trabajo o alternativas al actual (o su ausencia), personas a las que puedes acudir y te van a escuchar y apoyar (te preguntaras por que has tardado tanto en hacerlo) y todas aquellas actividades y prácticas que te van a hacer crecer.   

Cree en ti

Hace unos años, atravesé una situación económica adversa. Tenía que buscar nuevos clientes, llamar a otros inactivos y preparar nuevos servicios, pero lo vivía como una carga; desde la angustia y la responsabilidad…y así lo transmitía. Una amiga me puso el espejo y me di cuenta que así nunca podría salir de esa situación. Después de una sesión terapéutica en la que me hizo conectar con lo mejor de mí, y visualizar lo que había conseguido en ocasiones similares, mi actitud cambió, y las circunstancias también. El que salía a buscar trabajo era otra persona. Creía en él y en lo que hacía.

¿Y sabes lo mejor de esto? Que el observador afecta a lo observado. Que si estás bien y eres consciente de ello, decides estar bien con los demás porque te importan. Vives de acuerdo con aquello que para ti tiene sentido. Eres tú.

Demos la mano a la incertidumbre y caminemos con ella.

 

Estos contenidos han sido elaborados conjuntamente con Iñigo Echebarría, consultor de nuestro partner, Endeavour Learning