Hace unos días finalizó el curso de Coaching y Mentoring que venía impartiendo desde marzo y que ha resultado ser una experiencia muy enriquecedora.
Comencé con serias dudas, ya que era la primera vez que me hacía cargo en solitario de un curso tan extenso sobre este tema. En el formato habitual nos repartimos los distintos módulos entre varios facilitadores y así no corremos el riesgo de cansar a los participantes.
Desde las primeras sesiones quedó claro que estaba ante un grupo muy motivado, ávido de conocer qué era eso llamado «coaching« y sobre lo que cada uno tenía sus propias expectativas, más o menos realistas y que no estaban ahí simplemente para pasar el rato.
Así pues construí para ellos un itinerario que, además de tratar los conceptos básicos, como tipos de coaching, etapas del proceso, historia de la disciplina, fundamentos teóricos… recorriera las distintas habilidades personales que un coach debe poseer y las herramientas que constituyen su «kit de supervivencia», poniendo todo ello en práctica a través de dinámicas, ejercicios de visualización, juegos, etc
Si consideramos el coaching como una conversación en la que las respuestas poderosas se obtienen a través de preguntas poderosas, cobra una gran importancia:
El empatizar con el cliente, lo que en PNL se denomina «establecer rapport» y que nos ayuda a ver el mundo desde la perspectiva del otro, desde su propio mapa.
La escucha real, activa, que nos hace comprender lo que nos está queriendo decir.
El arte de hacer preguntas, de llevar luz a aquellos lugares en los que el cliente no se ha detenido y ayudarle a encontrar sus propias respuestas.
La identificación de nuestro talento, de aquello que nos hace únicos, que constituye nuestra esencia, nuestro sello en todas las actividades que emprendemos. Y la puesta en funcionamiento de nuestro «yo creativo»
La detección y desafío de aquellas creencias del cliente, conscientes o no, que lo están limitando, que no le están dejando desarrollar todo su potencial, instándole a definir sus metas, establecer planes de acción y comenzar con el primer paso.
Todos estos aspectos forman parte de un proceso de coaching y hay que trabajar duro para desarrollarlos en uno mismo, encontrando nuestro estilo propio, coherente con nuestros valores y personalidad y que nos permita disfrutar como coach de ayudar a las personas a atravesar los límites y llegar hasta donde se propongan.
En este curso me he encontrado con alumnos cuyos límites están lejos, cuyo potencial están quizá comenzando a descubrir y que espero que este haya sido su «primer paso» hasta llegar a convertirse en profesionales del coaching.
Gracias por vuestra actitud y ganas de descubrir.
Leave A Comment