Sobre talento, inteligencia y superdotación.
Nuestro paso por la escuela, no puede ser un trámite, una obligación para conseguir un certificado. Es una oportunidad; una enorme y quizá para muchos, única oportunidad, de mostrar nuestra singularidad, de sacar a la luz aquello que traemos desde nuestro nacimiento, de nuestro ADN.
Los numerosos estudios realizados sobre el componente hereditario de la inteligencia basan sus conclusiones en la gran cantidad de ejemplos referentes a personas con capacidades excepcionales a muy temprana edad; tan temprana que no ha dado tiempo a ejercer ninguna influencia ambiental, ninguna estimulación sobre ellos; son los estudios sobre “niños prodigio”
Hasta ahora, la inmensa mayoría de investigaciones se han dirigido a detectar en este campo, las llamadas personas superdotadas. Descubrir esa superdotación en niños y niñas desde unas edades concretas; invirtiendo preferentemente en esa exigua minoría y obviando como “normales” al resto.
Incluso en algunas ocasiones, se puede encontrar un cierto grado de solapamiento entre la noción de personas superdotadas, y personas con talento.
Aunque en el mundo académico e investigador, exista correlación entre ambos conceptos, en general, se puede hablar de la superdotación para capacidad general y del talento para capacidad específica.
A nosotros, nos interesa el talento como cualidad singular, la mejor cualidad que acompaña a cualquier persona desde su nacimiento, afirmando que todas las personas tienen su talento y que tomar conciencia del mismo, cuanto antes mejor, puede resultar determinante en sus elecciones futuras y en su propia felicidad.
Cuando hablamos de talento, aparece siempre la inteligencia, y diferenciar los conceptos no es fácil, ofreciendo a veces el mismo Gardner, la posibilidad de utilizarlos indistintamente cuando habla de su teoría de las Inteligencias Múltiples.
Quizá podríamos afirmar que mientras la inteligencia es una facultad puramente intelectual, el talento conlleva la gestión relacionada de varias facultades, no todas necesariamente, de carácter intelectual. Aunque el órgano director sea el cerebro, muchas de las facultades que acompañan al talento precisan del funcionamiento de otros órganos.
El talento se asocia además a la facultad de hacer algo, y hacerlo además, de manera destacada; conlleva acción, o al menos, potencial de acción: decimos que alguien tiene talento cuando ha demostrado su especial excelencia en alguna materia…y aquí tenemos otra pista.
El talento se aprecia, es visible; la inteligencia, no siempre. Así, dirigir una reunión sin presionar, dando cancha a todos y consiguiendo que se sientan importantes en un ambiente de cooperación y creatividad, es un talento; mientras que de una persona que ha sacado una oposición a funcionario del Estado, afirmamos simplemente que es muy inteligente, por el hecho de suponer que la inteligencia (comprensión, memorización y claridad conceptual para exponer) juega un papel imprescindible en ese proceso de consecución.
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