Estamos viviendo actualmente en un proceso donde subsiste la
incertidumbre, el falso control, el querer y no poder… esto genera situaciones
de ansiedad, estrés, desasosiego, el no saber qué hacer.
Sin embargo, hemos de entender que esta es la situación normal en una “vida
cotidiana”. No sabemos cómo van a salir las cosas, principalmente porque
muchas de ellas no dependen de nosotros; incluso, dependiendo de nosotros
pueden existir factores que no nos permitan llegar a dónde deseamos.
Evidentemente, podemos anticiparnos, podemos prever, podemos
generar las condiciones necesarias para que se den determinados objetivos.
Sin embargo, esto no basta para que las cosas salgan tal y cómo deseemos.
Vivimos procesos de cambio, de incertidumbre, de inestabilidad. Y podemos
seguir adelante o bloquearnos. “Podemos ponernos a llorar o ponernos a
vender pañuelos”. Nosotros decidimos.
Los estoicos señalan que es importante centrarnos en los procesos y no
tanto en los objetivos. Y llevan mucha razón pues es importante tener claro
cómo hacer algo; ahora el objetivo deseado no sólo va a depender de cómo
hagamos las cosas. No exijas que las cosas sucedan tal como lo deseas;
procura desearlas tal como suceden y todo ocurrirá según tus deseos.
¿Qué significa todo ello? Que no podemos controlarlo todo, y esperemos
que siga así. En esto me llega un concepto estoico que nos dice mucho de
cómo situarnos: hupexhairesis. Algo así como “si la suerte lo permite”. Un
concepto que nos coloca ante la realidad cambiante en continua
modificación, en donde tenemos que aprender a adaptarnos y surfear ante lo
que ocurre. Tanto a nivel de organización como a nivel individual; tanto a
nivel de familia como de la propia sociedad; tanto a nivel personal como en
nuestras relaciones.
Ya los estoicos, en uno de sus manuales de consejos -el Enquiridión-
señalaban que por mucho que nos esforcemos existen cosas que escapan de
nuestro control, lo que nos lleva a navegar en las organizaciones, en los
procesos relacionales, en las empresas y en el mercado general. Y hoy en día,
vivimos situaciones que no nos dejan más opción que adaptarnos y aprender.
Lo que me lleva a un nuevo concepto, esta vez desarrollado por Nassim
Nicholas Taleb, -estudioso de la incertidumbre entre otros muchos temas-, y
es el concepto de antifragilidad. Él plantea que no nos volvemos débiles ante
las situaciones de incertidumbre. Muy al contrario, la antifragilidad consiste
en que las cosas se benefician del desorden, de la incertidumbre. Y señala
que hemos aprendido a partir de hacernos fuertes ante el daño, la imprevisión
y la incertidumbre. Crecemos desde la inestabilidad.
De hecho, muchos de nosotros, a nivel personal, hemos aprendido de las
situaciones que nos han sacado de nuestra zona de confort. Aprendemos de lo
que nos descoloca y nos desequilibra. Es algo así, cómo “lo que no destruye a
un sistema lo fortalece”.
No se trata de la simple resiliencia, tan en boga hoy en día, sino que
hemos de aprender a resurgir, a salir de nuestra situación de incertidumbre.
Sabiendo que ésta existe, es permanente, y lo lógico es estar en esa situación
de fluctuación continua. En eso consiste surfear: aprender a moverse en la ola
que nos llega. No pensar en hacer una cosa u otra, sino dejarnos llevar.
Siempre son necesarios los conocimientos, siempre necesitamos los
aprendizajes, el prever, anticiparnos y colocarnos en una posición adecuada.
Y siempre sabiendo que existe un grado de agitación.
Nos da miedo la variabilidad, no saber lo que va a suceder, la
incertidumbre y el cambio. Posiblemente somos, los seres humanos, a los que
más les cuesta cambiar; sin embargo, es lo que nos ha hecho crecer cómo
especie y como seres vivos. La naturaleza sabe mucho de todo ello. Nuestra
capacidad de adaptación ante cualquier desavenencia nos hace ser más
fuertes. En ello, también ha contribuido la cooperación; pero ese es un tema
para otro artículo.
Por ello, es importante reconocer, aceptar y observar la incertidumbre.
Y, al mismo tiempo, entender que ello nos hará ser antifrágiles para las
nuevas situaciones que surjan.
Gavi González Ortiz
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