Hacer peticiones es algo natural y deseable puesto que los humanos somos seres sociales. Entonces ¿por qué a veces cuesta tanto?
Llevo algún tiempo tratando el tema de la asertividad y las habilidades de comunicación en las personas «normales» y junto con la dificultad para decir NO a los demás, el hecho de solicitar favores o pedir ayuda en general, se presenta en muchas situaciones de nuestra vida cotidiana y genera casi siempre diferentes grados de malestar. asertivdad

En este tema existen bastante contradicciones: por un lado el que alguien nos pida un favor puede ser visto como una muestra de confianza hacia nosotros y nos hace sentirnos útiles, pero si somos nosotros los que tenemos que solicitarlo, tendemos a pensar de forma diferente.

Pongamos un ejemplo:
Dos amigas (María y Clara)
María es una persona siempre dispuesta a ayudar a los demás, a menudo ha hecho favores al grupo y todos saben que se puede contar con ella. En esta ocasión, es ella la que necesita ayuda para recoger a su hijo del colegio. Se plantea pedírselo a Clara pero le cuesta bastante. ¿Que puede estar pasando?

Desde que nacemos la sociedad en la que vivimos, nuestro entorno y las experiencias que acumulamos van configurando nuestra forma de pensar y ver las cosas. Muchos de estos pensamientos se automatizan, de forma que pasan a ser inconscientes; ante una situación, simplemente se disparan sin que la mayor parte de las veces nos demos cuenta de ello.

Estos pensamientos inconscientes no solo van a definir como vamos a actuar, sino también, como nos sentimos, que resultados esperamos, el por qué de estos resultados… Por consiguiente, influirán a su vez en como actuaremos y nos sentiremos las próximas ocasiones que nos encontremos ante una situación similar.

Volvamos a María. ¿Cuales podrían ser sus pensamientos conscientes o inconscientes?

Pensamientos automáticos generados al pedir favores en una comunicación no asertiva

 

Como vemos, haga lo que haga María, y responda lo que responda Clara, si no cuida sus pensamientos automáticos, terminará reforzándose su idea de que no se deben pedir favores; si solicita alguno, lo hará cuando no le quede más remedio y sea algo verdaderamente importante para ella, por lo que una posible negativa de la otra parte sería especialmente mal recibida.

Entre los derechos asertivos está el expresar con claridad lo que deseamos, respetando a la vez el derecho de la otra persona a responder libremente.

Si queremos comenzar a ponerlo en práctica:
1. tenemos que pensar qué es lo que realmente queremos y lo que significa para nosotros
2. cuidar lo que nos decimos a nosotros mismos; el primer paso para contrarrestar los pensamientos negativos inconscientes es traerlos a la consciencia
3. plantearemos nuestra petición de forma clara, dando las explicaciones necesarias, sin justificaciones excesivas; transmitiendo además la importancia que tiene para nosotros y sin sentirnos culpables
4. deberemos asegurarnos de respetar el derecho de la otra persona a rechazar nuestra petición de forma natural
5. el hecho de recibir una negativa, no debe afectar a la imagen que tenemos de nosotros mismos, ya que no conocemos las motivaciones de los otros.

Cuantas más peticiones hagamos, más posibilidades tendremos de que sean rechazadas, lo que nos ayudará a acostumbrarnos a que nos digan No y a perder el miedo a que esto ocurra.

A todo lo dicho hasta ahora hay que añadir un motivo más para realizar peticiones: si lo hacemos de forma asertiva, vamos a favorecer el que la otra persona se sienta útil, valorada y confíe más en nosotros. Las relaciones más satisfactorias son las que tienden al equilibrio entre las dos partes en cuanto a dependencia, afecto, confianza…

No hace falta que empecemos por grandes peticiones, sino por situaciones cotidianas. Comenzad pidiendo un pequeño favor o aceptando una ayuda que os ofrecen de buen grado.

Probad y veréis como es más fácil de lo que parece y la ansiedad que provoca poco a poco irá desapareciendo.